Bansky: Lanzador de flores |
Luis Monterrosa (lmonterrosa@uca.edu.sv)
Muchas veces damos por supuesto que entendemos lo
mismo respecto de ciertos conceptos. O asumimos que son intercambiables por
otros. Este es el caso de “construcción de paz” (peacebuilding, Friedenaufbau por
referirme al término en dos lenguas que asumen una sola palabra ahí donde
nosotros usamos tres). Otras veces hemos hecho referencia ya al término, pero
vamos a explicitarlo ahora.
Primero haciendo las distinciones pertinentes. No
es lo mismo que “cultura de paz”. Tenemos un diplomado
en UCA en construcción de paz o impulsamos un programa en construcción de
paz. Alguna gente neciamente dice “el diplomado de cultura de paz” o “realizar
acciones de cultura de paz” y no, no es lo mismo. No se trata de ser exquisito.
Por supuesto que son conceptos asociados. Lo que más me preocupa es que se
tenga en mente, cuando se habla de “cultura de paz”, cosas que fácilmente
pueden torcer el concepto clave de construcción de paz.
No es ni por cerca intentos de promover el folklor,
el arte o las expresiones culturales: eso no es ni construcción de paz, ni
cultura de paz. Sobre cultura de paz, ya
he escrito en otra parte. Pero construcción de paz no se reduce a “promover valores”, ni a reconciliar amos con
esclavos, sean estalinistas o neoliberales, ni a procurar la armonía forzada o
falsa o a medias entre las partes.
Tendríamos que decir que construcción de paz es un
concepto propio de las ciencias sociales. Lo que pasa es que siendo honestos,
las tareas de construcción no pueden reducirse a las ciencias sociales (además
de lo discutible del término) y mejor sería hablar de un concepto
multidisciplinario, tan diverso como es la paz. Y de ahí que no es exclusivo de
la sociología o de la psicología social, mucho menos de la filosofía o la antropología.
Pero cada campo del saber hace su aporte.
Construcción de paz está referido a un proceso de transformación de las relaciones
desde la hostilidad hacia la
justicia, la cooperación entre las partes, hacia el bienestar. Sería atinado
llamar a este proceso pacificación, pero es un término contaminado porque
inmediatamente se viene a la memoria del uso de la fuerza o de los ejércitos y por tanto, tiene un
sentido de sometimiento. Aquí suponemos que las partes en términos de la
relación (A en relación a B, siendo A y B dos personas, dos grupos o dos clases
sociales) acuerdan modificar los términos de su relación (que define su
situación) después de un proceso complejo que está representado por la Matriz
de Curle. Estos acuerdos suponen la modificación de la hostilidad. Esta depende
de la relación y de quiénes son las partes, pero que básicamente está referida
a dos criterios clave: la conciencia que las partes tienen sobre su situación y
el balance o desbalance del poder que relaciona a ambas partes. La típica
relación hostil supone un bajo nivel de conciencia de alguna de las partes (la
mujer sometida, el esclavo o colono) y un desbalance en el poder (expresado
como el macho proveedor o la distribución desigual del ingreso o la riqueza de un país).
Por tanto, construcción
de paz supone hablar de procesos de transformación (personal, grupal,
social), de relaciones, de conciencia y de poder. No es un concepto ingenuo. Es
un concepto subversivo en realidad en diversos planos. Supone diversas
capacidades analíticas (de la conflictividad por ejemplo, identificación de
actores), metodológicas (cómo abordo el conflicto y promuevo el diálogo o
impulsa la lucha noviolenta para alcanzar el cambio que quiero). Supone digerir
conceptos y apropiárselos personalmente porque suele exigir compromiso personal
y va más allá de la visión académica aséptica.
La referencia inevitable es Adam Curle y su obra Conflictividad
y Pacificación (precisamente el nombre de este Blog). Tenés a la mano
una porción de esa obra aquí con el título La
práctica de buscar la paz.