miércoles, 8 de marzo de 2017

Gustavito el hipopótamo y la violencia en El Salvador

Resultado de imagen para hipopotamo humanoHay que decir en primer lugar que es absolutamente lamentable la muerte del mamífero. Pienso en las veces que visité aquel lugar y en la cantidad de curiosas y curiosos que convocaba. O sea, era parte del escaso entretenimiento cultural que existe para las clases populares. De acuerdo: aquellos animales no están en las mejores condiciones, pero ¿qué sentido tendría privatizarlo para que se cobre diez, quince o veinte dólares la entrada como sucede con la flamante competencia privada? Pero no es éste el punto que me interesa discutir. Sólo intentaba señalar el significado del animal para las clases populares.
Quiero hacer más bien unas reflexiones más de fondo alrededor de la violencia en nuestro país a propósito del caso. Son tres cosas: primero, el estridente reclamo que se hace por la vida del hipopótamo Gustavito mientras al parecer callamos lo que pasa con la vida de los y las demás. Segundo, si nos fijamos bien, Gustavito es símbolo del hacinamiento mal cuidado que los privados de libertad tiene, pero otra vez: nos preocupa Gustavito y no los 30 mil en penales. Tercero, me sorprende la historia que se construye alrededor del caso: al parecer necesitamos recurrir al terror para explicarlo.
Primero, ¡qué bien que hagamos el reclamo por la pérdida siniestrada de cualquier vida! Personas comunes, en radio, tv, redes sociales, organizaciones, etc. han expresado su pesar por la pérdida. Pero nos olvidamos que nos estamos matando unos a otros y ahí pareciera a veces que lo consideramos normal. Como he comentado algunas veces, a mi me ha sorprendido siempre personas con buena formación e incluso cultura cristiana que propone como solución juntar a todos los enemigos (políticos, pandilleriles, etc.) en un lugar y prenderles fuego. Y no lo dicen en broma. Pero luego se rasgan las vestiduras por Gustavito. Repito: me parece genial preocuparnos por todo ser viviente, pero algo no está bien cuando nos preocupa más el maltrato animal que el maltrato humano.
Segundo, precisamente como maltrato humano, probablemente no hay  peores condiciones de vida que los privados de libertad en los Centros Penales. Raya con la tortura. En ese sentido, Gustavito puede ser un símbolo. El discurso contra la existencia del zoológico presenta razones también por las que deberíamos modificar nuestra idea del encierro como medida de corrección. Como se ha expresado en el caso de los animales en el zoológico, no están bien cuidados, ni alimentados, hay problemas de hacinamiento y de salud, son maltratados además de haber sido arrancados de su propio hábitat e incluso de su familia (la familia de Gustavito está en Guatemala). Si no queremos eso para los animales, tampoco deberíamos quererlo para nosotros mismos seres humanos. Pero curiosamente ahí se nos olvida lo que somos y creemos que entre más castigamos y más duele, mejor.
Tercero, ya las dos primeras consideraciones deberían ser suficientes reflexiones para darnos qué pensar. Pero  me llamó así mismo la atención de toda la trama criminalística que se construyó alrededor del “asesinato de Gustavito” como dijo alguien por ahí. Esto confirma la necesidad que tenemos de construirnos enemigos y orquestar la realidad alrededor del miedo… O quizá es el imperioso deber que algunos se toman en sus manos incluyendo políticos, medios de comunicación y organizaciones… ¿Cuál es la verdad del caso Gustavito? Sin duda, puede llegar a saberse.  Pero, de las versiones disponibles ¿cuál es la que más se aproxima a la verdad? El principio de la “Navaja de Ockham” nos es pertinente aquí.
El principio dice “las explicaciones nunca deben multiplicar las causas sin necesidad” es decir que la pluralidad no debe postularse sin necesidad (“pluritas non est ponenda sine necessitate”).  Por tanto, la explicación más sencilla es la que probablemente se acerque más a la verdad (este es uno de los argumento contra la multicausalidad de la violencia frente a explicaciones sencillas y poderosas). Pensar que un grupo de ¿pandilleros?, burlaron la vigilancia (¿), atacaron al hipopótamo (¿ha visto usted el tamaño y fuerza de del animal?) e incluso le punzaron con un picahielo (¡la piel es gruesísima!) es realmente poco creíble y es más simple la teoría que dice que el animal se enfermó, se golpeó y murió. Pero durante días y semanas (y quizá todavía) seguimos creyendo en la teoría de los pandilleros atacantes de picahielo. Quizá porque esta historia nos permite esconder otras cosas (negligencia por ejemplo), pero sobre todo porque ensalza el terror. Esta es mi preocupación de fondo: preferimos inventarnos historias de terror y de criminal minds antes que conceder explicaciones más sencillas (más no simples) de la violencia (exclusión, humillación) pero que tienen el inconveniente de ser explicaciones subversivas.

Contribución de Patricio Schweinsteiger Solis (p.schweinsteiger.solis@gmail.com)