Espacio colaborativo de colegas del Equipo Multidisciplinario (EM)sobre construcción de paz, transformación de conflictos y prevención de la violencia en El Salvador
lunes, 26 de junio de 2017
miércoles, 21 de junio de 2017
El ejercicio de poder: dos encuentros y el mundo al revés
Die grausamen Schweine schalachten die Menschen |
En razón de
actividades académicas puedo dar cuenta de dos encuentros comparables.
Absolutamente disímiles y absolutamente dispares en cuanto a lo que uno podía
esperar y en cuanto a los personajes, pero nos da pie en su comparación para
pensar los ejercicios de poder.
El primer encuentro aconteció un martes cerca de
las once de la mañana. Nos había llevado tiempo establecer los contactos, las
prerrogativas de seguridad, etc. Llegamos a una casa en una colonia fuera de
San Salvador para entrevistar al líder de una pandilla local. En verdad me
sentía inseguro, con cierto miedo, pero la compañía de otros colegas con
experiencia territorial me daba cierta confianza. Ya saben, uno se imagina
cosas: tipos prepotentes, tatuados por todas partes, un hablar golpeado, comportamiento rudo. Sin
embargo, encontramos dos tipos que al
primer intercambio cayeron bien. Estaban probablemente tan nerviosos como
nosotros. El primero de unos cuarenta años, el otro de unos treinta con aspecto
más juvenil. Conversamos cerca de dos horas de su vida, de la comunidad, de su
interés por tener una segunda oportunidad, rehabilitar la historia y dejar a
sus hijos e hijas otra historia. Cuando vi mi reloj me di cuenta que el tiempo
había volado. Eran cerca de la una de la tarde. Comencé a agradecer la visita y
conversación, cuando el que parecía ser el jefe dijo “No, no se pueden ir…”. Los
prejuicios que han llovido durante años sobre mi cabeza regresaron y me
asustaron. “No se pueden ir… sin comer. Es hora de almuerzo. Hemos mandado
a traer comida”. Así fue como degusté una de las mejores sopas de gallina
que he probado en El Salvador. Debo confesar que fue una visita agradable,
culinariamente destacable, académicamente importante para entender la dinámica
de las pandillas.
Dos días después me reuní con un reconocido
académico. Era mi contacto en una universidad local donde había establecido un
contrato por unos productos de investigación. Siempre me ha parecido
interesante conocer e intercambiar puntos de vista con otros académicos,
especialmente si son de una especialidad que complemente la mía y que, portando
nuevas ideas, permite estimular el pensamiento e incluso cuestionar las propias
y así avanzar las ideas. Sin embargo, ha sido uno de los peores encuentros que
he tenido en muchos años, incluso si tomo en cuenta todos los encuentros,
académicos y no académicos. Deplorable. Me encontré una persona que presentándose
como doctor en ciencias sociales,
presentó los peores modales del mundo y mantuvo un tono amenazante durante los
veinte minutos que duró el encuentro. Probablemente no estaba de acuerdo con la
contratación que un superior suyo había hecho en mi caso o probablemente se
sintió intimidado por mi presencia y/o apellido (es gracioso ver cómo llama la
atención mi “schweinstiger”… impresiona en alemán, pero es graciosa su
traducción) o probablemente siimplemente había tenido una mala mañana,
conflictos amorosos o qué se yo…
Dos encuentros con personalidades disímiles y con expectativas
distintas. Me tocó enfrentar dos ejercicios de poder distintos y desmontar mis
propias expectativas. Debo aplaudir el modo
personal con el que aquel jefe de pandillas procedió. Claro, me pueden
decir que es un delincuente, que la Corte Suprema lo ha declarado terrorista,
que siembra terror en la población. Y sin embargo, si vamos a cambiar esta
sociedad, es mucho más probable poder hacerlo contando con esta persona que con
aquel otro funcionario académico. Uno espera que las personas educadas se
comporten educadamente, que sepan manejar sus emociones como bien manejan sus
ideas y articulan bien su posición. Pero con aquel académico no recibí ni un
vaso de agua, sino más bien ofensas. Debo reprochar el modo personal con el que
este académico procedió. Si vamos a cambiar este país, será difícil contar con
esta persona.
Pero comprendo mejor el disímil ejercicio de poder,
el fondo de la violencia y de los conflictos. Me viene a la mente la frase de
Nietzsche: Graumsankeit ist das
Heilmittel des verletzten Stolzes (La crueldad es la cura del orgullo
herido) (Nachgelassene Fragmente, Herbst 1881)
Una contribución de Patricio Schweinsteiger Solis (p.schweinsteiger.solis@gmail.com)
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