miércoles, 27 de septiembre de 2017

Cuchubal tramposo




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Antonio Berni, Manifestacion 1934
Contribución de F. Javier I. Martínez R. (javiertinez@gmail.com)
La asamblea legislativa se encuentra discutiendo en torno al sistema de pensiones, no de la estructura del mismo sino porcentajes y todo lo que implica no modificarlo como tal.

El tema en los medios ha servido para informarse, de ahí surge este comentario, y por qué el título del documento.

Resulta que la transición del esquema público hacia el esquema de las AFPs se estableció en 1996, lo hicieron los padres y las madres de la patria de aquél entonces, y entró en funcionamiento en 1998.

Bajo el nuevo esquema, las personas menores de 35 años que se incorporaran al mundo laboral quedarían ya bajo el nuevo esquema. Otro aspecto conocido es que la edad de jubilación son 55 años para las mujeres y 60 para los hombres.

El tema en los medios ha permitido conocer que las AFPs han recibido diez mil millones de dólares en este período de existencia ($10,0001000,000 para que no quede duda). El origen de los fondos son el ahorro forzado de las trabajadoras y los trabajadores y lo que manda la ley para los empleadores.

La inquietud en este comentario es que las personas que contaban con 35 años en 1998 estarán llegando a los 55 años el próximo año, si son mujeres deberían entrar al mundo de las pensiones.

Pero el cuchubal de diez mil millones no puede, sí ha podido para que funciones las AFPs (se habla sin pudor de $18 millones en utilidades cada año), para prestarle al gobierno cerca de la mitad del fondo. Las trabajadoras y los trabajadores inauguran la crisis del modelo previsional.

Al llegar a este punto surgen dos cuestionamientos. El primero, ¿no se debe identificar todo el daño a las trabajadoras y los trabajadores?; el segundo, ¿basta con ajustar comisiones y tasa de interés para alcanzar un sistema previsional según los intereses de los dueños de ese dinero?

Combinando ambos, desde la primera de las preguntas se debe establecer el daño al retiro digno por no rentabilizar óptimamente los fondos que irremediablemente más que por disciplina han construido sus dueñas y dueños. (El daño se calcula por el beneficio no recibido). Entonces se entra al tema del Principal y el Agente, ¿quién responderá por la ineficiencia detectada? ¿Qué restauración es posible en favor de los ofendidos y las ofendidas? ¿Ante qué instancia se debe presentar la queja para resarcir a las víctimas? (También la mora de las empresas que no cumplen con los ahorros de las trabajadoras y los trabajadores).

El cuchubal lo están arreglando quienes se han beneficiado (el protagonismo de la empresa privada está representado por las AFP, son empresas), la impresión que dejan los arreglos cosméticos es que no se quiere legislar en beneficio de las personas cotizantes, que no son mayoría (25% de la población económicamente activa según dicen los entendidos), pero son los dueños y las dueñas de los fondos.

La restauración del daño a las y los cotizantes a las AFPs pasa por la reestructuración del sistema construido, que cuando le tocaba comenzar a funcionar y pagar las pensiones a las primeras personas en llegar se muestra incapaz, fue un cuchubal tramposo.

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